La diferencia entre productos efectivos e inefectivos.
Muchas veces se torna difícil distinguir entre lo que funciona y lo que no, especialmente cuando la
caída de cabello nos toma por sorpresa y tenemos escasa información sobre el tema.
Lamentablemente son muy pocos los productos que han demostrado eficacia y sin embargo, existe cantidad de productos en el mercado que sabemos perfectamente no ayudan en nada. Abundan las lociones, comprimidos, y tratamientos mágicos que no cambian un ápice nuestro destino. Solamente nos hacen perder dinero y tiempo.
La política de este sitio no incluye injuriar a nadie, ni tampoco alabar empresas o productos por más maravillosos que sean.
Nos limitamos a informar lo que nosotros consideramos cierto en base a experiencias propias y ajenas, y también resultados o reportes hechos de manera pertinente (generalmente, doble ciego).
Hipócrates (460ac-377ac) nació en la isla de Cos (Mar Egeo) y se formó con su padre, Heráclides.
Consideraba que la medicina –que en aquel momento estaba relacionada con la religión– debía convertise en una ciencia experimental.
Sin lugar a dudas, Hipócrates es el «padre» de la medicina moderna. Realizó muchos viajes hasta que finamente murió en Larisa (Tesalia).
Desafortunadamente siempre existieron mitos sobre la cura de la alopecia. El mismo Hipócrates -padre de los galenos- se aplicaba sobre el cuero cabelludo una amalgama de opio, rábano picante, excrementos de paloma, esencia de rosas y remolacha, creyendo que iba a detener la caída del cabello. Finalmente, terminó tan calvo que su nombre quedó como ejemplo para los casos severos de alopecia: «Calvicie Hipocrática».
Resulta cómico que después de 2500 años, continuemos utilizando sus mismos métodos pero -por fortuna- con otros elementos. Anterior a la llegada de Internet, los productos «mágicos» eran recomendados de boca en boca y solían ser mezclas caseras que por supuesto no funcionaban pero al menos eran económicas.
Si bien -previa masificación de Internet- ya existían lociones y centros capilares, la red permitió un crecimiento exponencial tanto a los productos que sirven, como a los que no. El problema es que existen muchísimos más tratamientos ineficaces, y si buscas en Internet es más probable que te topes con ellos antes que los que verdaderamente funcionan.
Son muchos los que verdaderamente créen que sus productos funcionan. Tienen sitios donde los promocionan y explican los porqués y que está «científicamente comprobado», etc, etc. Tenemos que enviarle mucho Amor a esas personas, un Océano de Amor pero ni una gota de dinero.
Tienen buena fe, pero no conocen el verdadero significado de «científicamente comprobado». Por otro lado, lo que comercializan son lociones o comprimidos y hasta productos laser o cascos masajeadores que en realidad no necesitan ser aprobados por las autoridades locales de cada país. Están considerados como productos cosméticos inocuos pero nadie garantiza resultados.
Según la Real Academia, la palabra «timo» significa:
1. tr. Quitar o hurtar con engaño.
2. tr. Engañar a alguien con promesas o esperanzas.
3. prnl. coloq. Dicho de los enamorados: Entenderse con la mirada, hacerse guiños.
Nosotros consideramos que aquellos que tienen buena fe, pertenecen a la tercera acepción de la palabra timo: están enamorados de sus productos y si los entrevistas, una mirada bastará para comprenderlos. Están sencillamente confundidos pero créen en sus productos.
En la otra cara de la moneda se encuentran aquellos que saben perfectamente que sus productos no funcionan, pero aún así aprovechan la situación y venden sin el menor reparo. Su accionar es realmente perjudicial y por supuesto carecen de estudios clínicos o ensayos científicos.
En algunos casos, utilizan fotos trucadas (distinta luminosidad, retoques con el ordenador, etc) y la mayoría de las veces presentan testimonios firmados por personas como «J.W. de California», o «R.A. de Florida».
Estas compañías, pertenecen a la segunda acepción de la palabra timo. De todos modos, también queremos mandarles mucho Amor a los sujetos o empresas que venden este tipo de productos, pero ni un centavo.
¿Cómo identificar este tipo de fraude? Es muy sencillo. Aquí te damos algunas pautas a tener en cuenta a la hora de entrar a un sitio que promete grandes resultados en pocas semanas:
Identificando Productos Mágicos
- Nunca están aprobados por las autoridades locales porque no necesitan aprobación. No son medicamentos sino cosméticos.
- En muchos casos, la presentación incluye también el currículum vítae del «inventor» del producto,
mostrando credenciales en dermatología, kinesiología o licenciaturas en técnicas exóticas. Los productos que funcionan no hablan
acerca del investigador sino sobre los estudios clínicos y ensayos doble ciego. - Suelen dar «garantía de satisfacción» porque saben que solamente el 1% de la gente devolverá el producto a pesar de no percibir
resultados. Incluso con tal garantía, jamás reintegran el importe completo porque descuentan el envío, los envases, etc. El dinero
que vuelve no es igual al que desembolsamos. - Recuerda que 28 de cada 100 personas con algún tipo de alopecia se recuperan o mejoran sin necesidad de ningún fármaco. Por lo
tanto los vendedores de lociones mágicas, tienen éxito en el 28% de sus ventas.
Habrá 28 individuos que -posiblemente equivocados- recomendarán el producto creyendo que realmente funciona. - Siempre busca comentarios de personas que hayan probado el producto. Antes de considerar comprarlo, puedes hacer una búsqueda
en Internet y seguramente encontrarás casos que estén fuera de la página oficial. Tu instinto jugará el papel de guía, pero si falla,
tu experiencia será una guía aún mejor. - Ingresa en foros y pregunta. Hay muchas personas que
regalan su experiencia con el único fin de ayudar a otros.
Si has invertido dinero en tratamientos que no han funcionado o sientes que te han engañado, no guardes rencor para con ellos. La filosofía de Mahatma Gandhi es ideal en estos casos: no colaborar. Esto significa dejar de comprar ese tipo de productos y por supuesto, nunca recomendarlos a nadie a menos que hayas verificado que funcionan.
Ten en cuenta que el hecho que hayan funcionado para ti, no significa que el producto sea efectivo. Puedes estar entre las 28 personas que se recuperan sin hacer absolutamente nada.
Si comienzas a perder el cabello, no desesperes.
Busca tratamientos que funcionan para la mayoría de las personas y que estén aprobados por las autoridades locales de tu país.
Existen timos y timos. Algunos –con buena fe– venden productos y creen que de verdad funcionan. Otros venden tratamientos totalmente inefectivos y lo saben. Intentarán venderte utilizando testimonios falsos, fotos retocadas y hasta garantía de satisfacción.
Si has sido víctima de tratamientos de este tipo, olvida el asunto y agradece que ya tienes experiencia. Compártela y cuéntanos así no tenemos que pasar por lo mismo.
De ninguna manera guardemos rencor para con ellos. Utilicemos la filosofía de Mahatma Gandhi y simplemente dejemos de colaborar evitando caer en la tentación de comprar o recomendar lociones mágicas.